LA GUERRA DEL PELOPONESO I
Atenas contra Esparta
Philip de Souza
EL MUNDO EN GUERRA
El efecto
político más inmediato de esta guerra fue la polarización del mundo griego en dos bloques: Atenas y Esparta.
Atenas se
organizaban mediante constituciones democráticas.
Lo peculiar del
asunto es que Esparta se proclamaba en lucha para liberar a los griegos de la tiranía,
y, para ello, pretendía sustituir un sistema democrático de base amplia por un
sistema mucho más estrecho y férreo.
La política del ojo
por ojo, estaba muy extendida en el mundo griego, y no hizo más que prolongar
el odio.
La disputa de
Epidamno enfrento a Corcira y Corinto,
pero acabo arrastrando a Atenas y Esparta; sendas expediciones atenienses
intervinieron en los asuntos de Corcira
para ayudar a la facción democrática contra sus oponentes políticos. Los
oligarcas fueron expulsados de la ciudad y se establecieron en las tierras
continentales frente a la isla.
Atenas mantenía su
apoyo a los aliados en Corcira, pues la isla les servía como para da previas a
sus expediciones a Sicilia.
En el 410 a.C., los
filoatenienses de Corcira veían cada vez más cerca el peligro de que Esparta
interviniera para imponer a la oposición oligárquica en el grupo de la isla.
Conón ejecuto una
limpieza despiadada de oligarcas. Eliminó a los dirigentes y expulsó a más de
1000 ciudadanos de la ciudad; la primera medida de la democracia fue hacer
ciudadanos de la polis a un gran
número de esclavos y extranjeros. Pero los supervivientes de la facción
oligárquica, ocuparon el ágora y
llamaron al retorno de los exiliados; la ciudad fue arrasada en toda una
jornada de dramático combate.
Los supervivientes de
Corcira descubrieron de manera amarga
cuanta muerte y destrucción podía traer mezclar gente de fuera, decidieron
mantenerse al margen de la guerra para siempre y no alinearse con Atenas y
Esparta.
PERSIA
Persia era gobernada por “el gran Rey”, este gobernaba un imperio enorme que se extendía desde Asia Menor y
Egipto hasta la India y Afganistan. La riqueza del imperio
persa excedía en mucho a la de todos los estados griegos unidos.
El rey persa, Artajerjes, mando a
Artafermes en busca de una propuesta definitiva. Pero él murió antes de que su
embajador regresara a la corte. En ese momento se desato una lucha por la
sucesión que duro poco, pero fue muy violenta. El resultado fue el ascenso de
un nuevo y poderoso rey, Dario II. Los atenienses retomaron las buenas
relaciones diplomáticas con él.
El Rey pensó que los
atenienses no eran de fiar y ordeno a Tisafernes, otro de sus sátrapas, que
iniciara negociaciones con los espartanos. Esparta negocio una serie de
tratados con los representantes del rey Darío donde entregaban los territorios
griegos de Asia Menor y renunciaban a luchar por ellos para siempre; los
hombres del rey prometieron ayudar a los espartanos con dinero, buques y
hombres. Este apoyo seria decisivo para dar un ganador a la guerra.
LA INFANCIA EN ATENAS
Las muchachas
atenienses de clase alta gozaban de una vida tranquila y resguardada. El
escritor ateniense Jenofonte explica que la educación de las hijas de los
ciudadanos acaudalados se hacía “bajo estricta supervisión, para que vieran,
oyeran y dijeran los menos posible”.
Guerra y peste
Atenas cambio de manera
radical tanto en su aspecto como en su ambiente. La población se hacía más
densa en el centro urbano. De todas partes acudía gente a vivir allí, atraída
por la creciente prosperidad que acompañaba la expansión imperial y su
floreciente comercio marítimo.
El hacinamiento y la
insalubridad debieron hacer de Atenas un lugar muy desagradable para los
refugiados. En el año 430 a.C. se desencadeno una epidemia mortal. Llego de
Oriente, tras haber asolado varias regiones del imperio persa. La bacteria
letal fue transportada por los mismos comerciantes marítimos.
La peste no
distinguió entre ricos y pobres, extendió la devastación a lo largo de toda la polis por igual; los enfermos sufrían fiebres
altas, sed y tos, dolores de estomago, arcadas, diarrea incontrolable y llagas
internas y externas, de una afección muy contagiosa y se llevo un tercio de los
habitantes de Atenas durante los cuatro años que campó a sus anchas por la
ciudad.
Sin embargo cuando la
peste alcanzo su momento álgido, los cadáveres se amontonaban desatendidos, a
merced de los perros y las aves carroñeras. Otros eran enterrados o incinerados
con la máxima precipitación, a veces en montones, sin los rituales apropiados.
Para muchos, Atenas
había visto una pesadilla convertirse en realidad. Según Tucídides, el impacto
de la peste también hizo añicos las estructuras sociales y las convenciones
morales de los anteriores.
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